Jerusalem, la madre de pecado
- Natanael Doldan
- hace 6 días
- 2 Min. de lectura

Muchos al leer este pasaje del libro de los Salmos, consideraron (y lo siguen considerando) que la madre del rey David concibió en algún tipo de pecado a su hijo, como adulterio o fornicación. Sin embargo, este versículo no hace referencia a ningún pecado específico de la madre del salmista, sino más bien que tiene una connotación mayor, que no solamente incumbe a David, sino a todo un pueblo.
Comúnmente, la lectura del Salmo 51 se interpreta como un texto personal de David, justo después de adulterar con Batsheva (Betsabé). Pero en realidad el salmo habla más allá de la vida personal de David como individuo, ya que, por medio del Rúaj Ha'Kódesh, el salmista profetiza para toda una nación que está en pecado: Israel.
Los versículos finales 18 y 19 confirman esto, haciendo referencia a Tzión y a Jerusalem: <Haz bien con tu voluntad (O, favor) a Tzión; edifica los muros de Ierushalem. Entonces desearás sacrificios de justicia, ofrenda ascendida y lo entero; entonces serán subidos sobre tu altar toros.> Esto da a entender que el salmo trata de Israel, y no de David en específico; y que el pecado de David con Batsheva es solamente una muestra de la realidad en la que está caída el ser humano, necesitado de un Salvador.
Al afirmar la Escritura: <He aquí, en iniquidad fui dado a luz, y en pecado me concibió mi madre,.> esta se está anticipando al contexto en que nacería el Mashíaj, Yeshúa, y cómo Él restauraría a Tzión y sus muros.
Yeshúa fue concebido en medio de una Jerusalem profana, sumergida en el pecado y la iniquidad, con un sistema religioso dominante y bajo un yugo gentil, Roma, que son las piernas de Babel, la cabeza.
¿Cómo entendemos esto? Lo entendemos porque la Escritura afirma que Jerusalem es la madre de todos nosotros (Gálatas 4:26), y que el Mashíaj, el cual nacería de madre, vino en forma de siervo, no en cuerpo de pecado, sino perfecto, pero en medio de un pueblo profano en pecado e iniquidad: Jerusalem.
Asimismo, cada uno de nosotros nacemos en un contexto de corrupción y pecado, pero por medio de la obra del Mashíaj, podemos ser partícipes de su perfección, la cual es obra suya y no nuestra, la que nos encamina al camino perfecto, que es de Elohim, haciéndonos escapar y protegiéndonos de nuestra naturaleza pecaminosa, y de la de nuestra madre, la que se ha profanado con los ídolos y los amantes, siendo parte nosotros ahora de la alianza de Elohim con su pueblo.
Así es como Yeshúa Ha'Mashíaj, nacido en un 'olam corrupto, pero no de este 'olam, reconstruirá los muros caídos de Jerusalem, y el tabernáculo que se ha caído de David, y con su bondad y favor, nos hace partícipes de su heredad.
Amén.
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