Los ricos y los pobres en tiempos de Yeshúa
- Natanael Doldan
- 25 feb
- 2 Min. de lectura
En este pasaje del Evangelio, Yeshúa conversa con un joven rico y le dice que venda todas sus posesiones y las dé a los pobres, como consecuencia de estas palabras, el rico se retira indignado. Al ver esto, Yeshúa exclama que será muy difícil para los ricos entrar en el reino de los cielos, por lo que sus discípulos se asombran mucho, concluyendo Yeshúa con estas palabras: <A los hombres no les es posible, pero a Elohim sí, porque a Elohim todo le es posible>.

Al hablar de las riquezas, Yeshúa entró en un terreno controversial, habiendo en Israel una muy grande brecha entre los ricos y los pobres en esa época.
Las riquezas y los fariseos
En el pensamiento rabínico fariseo, los ricos tendrían mayor posibilidades que los pobres de entrar en el reino de los cielos, ya que los ricos podrían abarcar más obras de justicia que los pobres, por su estatus económico. Es decir, los fariseos consideraban que mientras más uno daba a los pobres, más abiertas tenía las puertas del reino de los cielos para ingresar. Sin embargo, Yeshúa viene con un argumento totalmente contrario al de la doctrina enseñada de su época por los fariseos: Los ricos tienen difícil entrar en el reino de los cielos.
En medio de una sociedad hipócrita, donde los grandes líderes llenaban sus bolsillos, e instaban a los pobres a dar, Yeshúa enseña que en realidad los ricos no son los que todos piensan, sino los pobres. ¿Qué paradoja, verdad? Ya nos damos cuenta de por qué los discípulos de Yeshúa se asombraron tanto, y dijeron: ¿Quién podrá ser salvo entonces? Ya que, en su mentalidad influenciada por los fariseos, los salvos eran solamente los pudientes.
Recordemos también cómo Yeshúa contraría esta doctrina farisea en la parábola del rico y Lázaro, donde todo apuntaría a que el salvo sería el rico; sin embargo, Yeshúa dice lo contrario.
La enseñanza de Yeshúa
Con esta declaración, Yeshúa pone al rico y al pobre a la misma altura, enseñando que ambos por sí mismos no podrán entrar al reino de los cielos, sino que esto es posible solamente con Elohim. Esto arroja en tierra el pensamiento fariseo, que enseñaba que el que más daba a los pobres sería salvo, enseñando Yeshúa que no es por obras propias, ni por méritos propios acumulados, sino por su favor y bondad.
Esto pone al ser humano totalmente dependiente del favor de Elohim, puesto que por su propia cuenta no puede generar nada, solo torcedura y perversión. Enseñándonos Yeshúa que toda obra buena que sale de nosotros, no es nuestra, sino de Elohim, y Él está haciendo que lo imposible, sea posible.
Bendito sea su Nombre, que nos capacita para obras de justicia suyas, y nos da redención y salvación por medio de su obra, no la nuestra.
Shalom!
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